No sé dónde abandonar mis nostalgias,
que se aferran infames a mi carne.
Que me estremecen y cortan la respiración.
Tal vez sea inminente, escoger un escondite,
un lugar donde solo la lechuza me vea,
y que con sus ojos grandes ilumine mis horas.
Un lugar donde las tinieblas sean benignas
y que el temporal amaine con premura.
Me esconderé, pero llevaré en mi viaje,
la jaula donde permanece mi alma...
Y sigilosamente, cuando llegue al lugar
indicado, abriré las puertas, y apretaré
mis manos en señal de alianza.
Una alianza con la vida, con la naturaleza,
con la esperanza embriagadora
que diluye las penas sin sentirlo.
Y allí purificaré mi alma…
De modo que cuando llegue a ti,
pueda abrazarte sin temer, sin ocultar,
y sabiendo que podré amarte.
Debo encontrar un escondite,
y ausentarme un poco…
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