Me vence la nostalgia de añorarte,
me vence el plenilunio de tu abrazo
y el dulce palpitar de tus arrojos, que
engendran el silencio que se quiebra,
en el último suspiro de una noche.
Noche que se filtra en mi costado,
y hace que tiemble de avideces, de lunas,
de roces y de inventos…
Juegos que renacen en tu presencia,
y que sin ti, son insolencias.
Frutos banales, sin eco, sin sabores,
ni matices. Quebrantos de la luz, que
ya no alumbra.
¡Invítame a disfrutar, sin ataduras¡
y dibuja en mi piel, un sol naciente.