El silencio se guinda en la fisura
del pasado y despeja la ignorancia
de los años, en pos de la fragancia
que sucumbe, sin miedo, sin premura.
Los ojos se envejecen agobiados
e inventan tornasoles de esperanza;
con dolor por la ausencia o desconfianza,
una lágrima rueda sin aliados.
La vida se desangra poco a poco,
se condena el conducto misterioso
del aire que respiras, y es glorioso.
¡Se duerme la conciencia sin sofoco!
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