
Si el silencio de los muertos fuera un susurro…
Si las nostalgias del recuerdo se transformaran
en consuelo…
El mundo, sería un edén perpetuo,
y el dolor sería un sortilegio.
Un manantial de caricias prodigadas al descuido,
abundantes, puras, delicadas.
Si tus ojos se posaran en los míos,
y esos labios mitigaran mis lamentos…
Mi mundo sería un altar de sueños,
erigido en tu honor y gentileza.
Más el sueño se convierte en oleajes;
de tus ojos no consigo una mirada,
y esquivas con recelo mi cariño
como dueño y señor de tu refugio.
Al olvido envío todas tus horas,
tus besos, requiebros y mentiras.
Quédate ermitaño en tu morada
y no salgas de allí por muchos años.
Si las nostalgias del recuerdo se transformaran
en consuelo…
El mundo, sería un edén perpetuo,
y el dolor sería un sortilegio.
Un manantial de caricias prodigadas al descuido,
abundantes, puras, delicadas.
Si tus ojos se posaran en los míos,
y esos labios mitigaran mis lamentos…
Mi mundo sería un altar de sueños,
erigido en tu honor y gentileza.
Más el sueño se convierte en oleajes;
de tus ojos no consigo una mirada,
y esquivas con recelo mi cariño
como dueño y señor de tu refugio.
Al olvido envío todas tus horas,
tus besos, requiebros y mentiras.
Quédate ermitaño en tu morada
y no salgas de allí por muchos años.